Juez del tiempo que le ha tocado vivir, el escritor venezolano José Roberto Duque en uno de sus blogs afirma que el único anhelo que mueve su pluma es la construcción de una sociedad "[...] en la cual mis tátara-tátara-tátaranietos (el humano del futuro) no sean esclavos ni amos de los tátaranietos de los escuálidos de hoy, porque no existirán uno u otro bando: no será necesario esclavizar a nadie para ser feliz o buscar eso que llaman felicidad. Donde la palabra "riqueza" no nos dibuje en la mente el signo del dólar ni un cofre lleno de oro ni una Hummer ni una mansión con piscina [...]". De hecho, Duque -parafraseando al cubano Alejo Carpentier- no olvida que es un ciudadano y sigue realizando con su obra y su ejecutoria ese ideal que tan bellamente definió Michel de Montaigne: "No hay destino más hermoso para el ser humano que desempeñar cabalmente su oficio de hombre"". En este libro, la Doctora Maguette Dieng muestra el uso que Duque hace de los recursos no ficcionales en sus andamiajes cuentísticos. Una genuina mezcla de "poesía y verdad" que ya se había evidenciado en Cien años de soledad de Gabriel García Márquez.
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