Extractos del libro: "...Pero nunca logré encontrar el templo de Inanna", le confesó el señor Adamson al final de su relato. "Sin embargo, logré encontrar unas tablas doradas muy interesantes", le dijo. "Y no solo eso, también encontramos muchos objetos antiguos interesantes". "¿Tablas?" Esto tomó a Alice por sorpresa. "La baraja me dijo que encontrarías lo que buscabas en la expedición. Tal vez justo eso es lo que esas tablas doradas son. ¿Te importa si las veo?". "Ya deben haber llegado al Museo Británico a estas alturas. Mi colega George Smith aceptó la enorme responsabilidad de escoltar esa valiosa carga hasta su destino personalmente. Lo que sí tengo ahora conmigo son fotos de las tablas y de otros artefactos hallados en Uruk". William tomó una caja con fotografías de una de sus enormes maletas, la abrió y la colocó en la mesa. Alice tomó varias de estas fotografías. En las fotos, las tablas se veían tan gruesas como trozos del más grueso cartón. Estaban cubiertas de símbolos finos y uniformes, similares a la escritura cuneiforme de los sumerios. "¿Están hechas de oro?", preguntó Alice de manera casual. Chris, mientras tanto, miraba una de las fotografías, cautivado por completo. "Sí, por fuera parece oro...", confirmó William. Alice, colocó una de sus manos sobre una de las fotos en blanco y negro y dijo: "No están hechas de oro, pero el material se parece bastante", declaró la médium súbita y inesperadamente. "¿Y tú por qué estás tan segura?", preguntaron Aldridge y su hermano al mismo tiempo. "¿Cómo podrías saber eso partiendo de una fotografía en blanco y negro?", se cuestionó William. "El metal se parece al oro, pero es claramente más ligero. Tal vez sea alguna clase de aleación...". "Simplemente lo sé", dijo ella tranquilamente. "Siento que este metal vino desde muy lejos. Que no es un producto del interior de este planeta...". Chris y William se miraron el uno al otro seriamente, pero ninguno quiso discutir. Alice levantó la mirada de la foto para dirigirse hacia su hermano con mucha atención. *** Enki entró al tribunal. Ereshkigal estaba sentada en una amplia mesa de cedro elamita, decorada con hermosas incrustaciones. Estudiaba otro caso, registrado por escribas en diez tablas de arcilla. Sin querer, Ereshkigal se distrajo de lo que la ocupaba y se quedó mirando a su visitante. Para su sorpresa, era el Alto Emisario en persona. "¿Venerable Enki", exclamo antes de levantarse de la mesa y hacerle una reverencia al emisario. Él contestó el saludo asintiendo con la cabeza. "¿Ha venido sin comitiva?", preguntó Ereshkigal, sorprendida. "Sí... Vine por mi cuenta para tratar un asunto de suma urgencia...", dijo con voz temblorosa. Ereshkigal supo de inmediato que se trataba de algo serio. De otra manera, Enki la habría llamado a su residencia en Eridu. Inmediatamente le ordenó a los escribas que abandonaran el recinto. Enki se sentó al lado de la enorme mesa en una robusta silla de madera de espalda alta con bajorrelieves. "¿Estás preparada para escucharme?", le preguntó a la Alta Jueza. La jueza asintió. El Alto Emisario le contó acerca de la desaparición de las tablas doradas y de las circunstancias que rodeaban el hecho, incluyendo el robo de recursos naturales. También le habló acerca de lo que Ninshubur envió a la residencia de Dumuzid para recolectar las pruebas necesarias. La jueza escuchó atentamente y luego exclamó "¡Qué barbaridad! Estoy segura de que Inanna y Dumuzid están involucrados en esto. ¡Ambos lo están! ¡Actuaron en complicidad! ¡Y mi hermana te distrajo deliberadamente!". "No pierdas la cabeza, Ereshkigal...", dijo Enki, tratando de calmar a su nieta. "Me cuesta creer que Inanna esté involucrada en esto. Pero creo a Dumuzid totalmente capaz de haber hecho tal cosa... Tenía razones de peso para hacerlo...".
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