Las ciudades de Coronel y Lota fueron partícipes del auge económico industrial que experimentó Chile a mediados del siglo XIX, pero también fueron testigos bajo sus nobles espíritus de esfuerzo y bondad de la pobreza, marginalidad y en especial de la muerte. La mina de carbón era una vida que el minero atesoraba en lo más profundo de su ser, las paredes negras sollozaban lágrimas de polvo que se incrustaban en los pulmones de niños, jóvenes y ancianos. Sin embargo, a pesar del dolor que aún en nuestros días sufren los ex mineros por el cierre de su única fuente laboral, ellos mantienen una identidad única que se diferencia en la cotidianidad de las personas y que ha pasado de generación en generación. Por ello, el objetivo general de esta investigación es mostrar la crudeza del trabajo en las minas de carbón a mediados del siglo XIX y principios del XX y como dicha actividad conformó un Etos dentro de la comunidad que se refleja en: fiestas, costumbres, en el arte de hacer pan y por sobre todo en la arquitectura de la antigua élite minera, elementos que llevan más de un siglo al servicio de la cultura regional.