Toda enfermedad crónica conlleva una crisis, mucho más, si está estigmatizada. El vih tiene significados socioculturales de muerte, inmoralidad y miedo al contagio; el portador enfrenta la disyuntiva de compartir o no el diagnóstico debido al estigma. El diagnóstico lleva a la familia a un estado temporal de desorganización por la incapacidad para abordar esta situación con sus métodos usuales de solución de problemas; todos entran en crisis, cada quien a su manera. El vih encara al individuo y su familia con la muerte, no de una sola persona sino de todo un sistema; la familia ya no será lo que era. Habrá reestructuraciones en la dinámica familiar y la comunicación tendrá un papel muy importante en su organización y funcionamiento.