Anne está harta de la gran ciudad, de su trabajo y del traidor de su exnovio, así que cuando hereda la próspera imprenta de su tío, decide que ha llegado el momento de dejarlo todo atrás y empezar de nuevo en el diminuto pueblo de Crystal Castle, Maine. Jake está acostumbrado a tomarse las cosas con calma. Con mucha calma. Con muchísima calma. Su vida en Crystal Castle transcurre con lentitud y tranquilidad hasta que un huracán con forma de rubia pequeñita viene a ponerlo todo patas arriba. ¿Podrá Anne entender que la vida no es una carrera contra sí misma? ¿Será Jake capaz de ver que hay cosas por las que sí merece la pena apresurarse? Ambos tendrán que adaptarse o perderán la ocasión de ponerse de acuerdo sobre quién es el mejor jedi. Y de ser felices…