Todos necesitamos que nos hagan caso, porque necesitamos sentirnos queridos. Y el psiquiatra E. Berne (1910-1970) llamó caricia a todo hecho o dicho que implique el reconocimiento de la presencia de otro: positiva o negativamente, ya que no hay cosa peor que la indiferencia. Las caricias son como un alimento psíquico, indispensable para la supervivencia emocional.Este libro pretende descubrir, a partir de la Biblia, si Dios niega o facilita ese alimento psíquico: si acariciar está prohibido o permitido por Dios. Se trata también de saber si acarició Jesús de Nazaret y si lo hizo positiva o negativamente.
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