¿Miedo de enfrentarse a la muerte? No, ¡pánico, terror, locura!
Algunos soldados rezaban. Otros lloraban sin lágrimas. Y los había que eran incapaces de mover siquiera un dedo, por tener sus miembros agarrotados; se veían aferrados a sus armas, con los nudillos dé los dedos blancos.
Sesenta hombres, de ellos sólo quince veteranos. Los restantes era la primera vez que entraban en combate. Sin embargo, el miedo se repartía equitativamente entre veteranos y bisoños; los unos, por instinto natural, y los otros, por experiencia.
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