En la primera mitad del año 1808 la opinión pública de Buenos Aires y del resto de América Española estuvo convulsionada por los acontecimientos europeos. Se leían ávidamente las noticias, los impresos y las proclamas que llegaban en los navíos, en especial los de la flota inglesa. Todo esto provocaba un estado de agitación y asamblea notorio, que se reflejaba en diversas comunicaciones de viajeros y testigos del momento. Había expresiones que revelaban una identidad americana que se diferenciaba de la de los españoles europeos pero que todavía no constituía una identidad nacional; la fuga del general Beresford, que había comandado la primera invasión inglesa y que estaba confinado en prisión en la localidad de Luján, había sido promovida por un pequeño grupo de americanos. Esta fuga desencadenará acontecimientos que marcarán los hechos de los años previos a la Revolución de Mayo. El otro tema que se comienza a vislumbrar es el factor ideológico pues entran en conflicto dos concepciones filosóficas opuestas: la concepción del antiguo régimen, con los ideales de la religión católica, la figura de la Monarquía absoluta personificada en el Rey y la Nación concebida como un todo en un esquema de verticalidad y obediencia, en contraste con las ideas de la Ilustración, con su trilogía de Libertad, Igualdad y Fraternidad y el factor de soberanía, concebido como horizontal, encarnado por el pueblo.