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Cuando se difundió su traducción del Cantar de los cantares a partir del hebreo, fray Luis de León fue acusado de infringir la prohibición del Concilio de Trento, que estableció como oficial la versión latina de san Jerónimo. Procesado por la Inquisición, estuvo encarcelado entre 1572 y 1577, al final fue declarado inocente y pudo volver a sus clases. Esta antología incluye su respuesta a las acusaciones estando en prisión.

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Produktbeschreibung
Cuando se difundió su traducción del Cantar de los cantares a partir del hebreo, fray Luis de León fue acusado de infringir la prohibición del Concilio de Trento, que estableció como oficial la versión latina de san Jerónimo. Procesado por la Inquisición, estuvo encarcelado entre 1572 y 1577, al final fue declarado inocente y pudo volver a sus clases. Esta antología incluye su respuesta a las acusaciones estando en prisión.

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Autorenporträt
Fray Luis de León (Belmonte, 1527-Madrigal de las Altas Torres, 1591). España. Aunque nació en Belmonte (Cuenca), Luis de León se trasladó pronto a Madrid y, después, a Valladolid, debido a los traslados de su padre, noble que ejercía de abogado y consejero real. En estas ciudades inició su formación, y a los catorce años ingresó en el convento de San Agustín, en Salamanca, tomando votos de dicha orden en 1544. La vida de fray Luis de León transcurrió a partir de entonces en esta ciudad, donde se doctoró en teología, se graduó como catedrático (1560) y participó plenamente en la vida universitaria, así como en la defensa del castellano como lengua académica (hasta entonces la tradición casi prohibía el empleo de otras lenguas que no fueran las clásicas). Consiguió pronto ganar varias oposiciones académicas, y su vehemencia a la hora de expresar sus ideas le debió valer más de un enfrentamiento con algunas personalidades intelectuales eclesiásticas, incluso dentro de su propia orden. Una de estas disputas tuvo que ver con su defensa del texto hebreo de la Biblia, cuestión que, en los dogmáticos tiempos de contrarreforma que corrían, era casi una violación del concilio de Trento, el cual ordenaba atenerse en todo a la traducción en latín de las Sagradas Escrituras elaborada por san Jerónimo (la Vulgata). El interés de fray Luis de León en la versión hebrea de la Biblia se cifraba en cambio en su gran valor como texto de mayor antigüedad y, por lo tanto, más fiel al original; pero esta filiación hebraica y su talante innovador en lo teológico le acarrearon dificultades y acusaciones cercanas a la herejía. También encontró problemas debido a su traducción comentada al castellano del Cantar de los cantares, que no llegó a publicarse pero que circuló en ámbitos universitarios. Como consecuencia del acoso y derribo ejercido por sus enemigos, fray Luis de León sufrió cautiverio entre marzo de 1572 y diciembre de 1576. Privado de libertad, así como de libros, fray Luis de León escribió su Exposición del Libro de Job, con finales de capítulo versificados a modo de resumen. Quizá éste era un anuncio de su definitiva decantación por la poesía, la cual vino acompañada, tras su absolución, por la recuperación triunfal de la cátedra. De este episodio han quedado dos inmortales recuerdos: el primero es su décima "Aquí la envidia y mentira / me tuvieron encerrado..." y la segunda la famosa frase "Decíamos ayer...", que se le atribuye como apertura de sus clases tras cinco años de haber estado apartado y prisionero de la Inquisición. Tras su rehabilitación, fray Luis de León ganó nuevas cátedras, la última de las cuales fue la de Biblia, en 1579, y también tuvo nuevas denuncias inquisitoriales en su contra, que no prosperaron. En el momento de su muerte, acaecida el 14 de agosto de 1591, se encontraba redactando una biografía de santa Teresa de Ávila, cuya obra había revisado para su publicación. Sus restos fueron enterrados en la Universidad de Salamanca, a la que dedicó prácticamente toda su vida.