En 2013 se cumplieron 230 años de la muerte del compositor español Antonio Soler, teniendo lugar un festival dedicado a su música y para el que se me pidió la edición de su biografía. Este acometido me interesó muchísimo, aunque no cabe duda de que era un atrevimiento bastante costoso. Si bien el legado musical de este músico ha sido inmenso y el interés de intérpretes y musicólogos por su obra igualmente, se carecía de una biografía razonada sobre él, sobre todo por falta de documentos que pudieran completarnos el día a día de este personaje. Gracias a la extracción de cartas y fuentes de los archivos pertinentes en los últimos años y por parte de musicólogos interesados en la materia, se han podido reunir muchos de los datos concernientes a su forma de vida, parte de sus cuitas y pensamientos, así como con qué personajes reales y nobles tenía contacto, ya que dicho monasterio era unos de los Reales Sitios en donde la familia real vivía un cuarto del año y a donde traía a toda su parafernalia. Nuestro fraile alternaba su vida de aislamiento y sus deberes monásticos con un deseo muy fuerte interior de llegar a ser alguien reconocido y sobre todo, de poder llegar a ser un "tutor musical” de príncipes. Después de un par de siglos, el reconocimiento de sus valores compositivos y musicales ha crecido hasta el punto de poderlo considerar hoy en día como uno de los más importantes músicos del siglo XVIII. No obstante, se ha pasado un poco en alto que las aptitudes intelectuales de Soler llegaban mucho más allá del aspecto musical y que su inteligencia y saber deben de situarlo entre los más grandes ilustrados españoles. Nuestro fraile era un ser polifacético, tenía enormes conocimientos matemáticos, acústicos, técnicos e historiográficos.