A pesar de las múltiples teorías y prácticas culturales en torno a la codificación del dolor, aún es posible percibir vacíos, contradicciones y limitaciones. Antropología del dolor desarrolla un esclarecedor análisis acerca de este sentir como hecho individual de significación que, en sus más radicales consecuencias, colinda entre la aniquilación y la apertura de mundo: al mismo tiempo que asedia la estabilidad de la relación del individuo con los otros y consigo mismo, también puede revitalizar y complejizar el espectro de experiencias que impactan en el cómo aquel individuo otorga sentido a su existencia. Si la intensidad estriba en una relación específicamente personal con la dolencia, permeada por condicionantes histórico-culturales, este libro es además una crítica a la parcialidad teórico-metodológica con la que se concibe el alivio, sea en la terapéutica de la medicina occidental o del psicoanálisis, o las mismas prácticas comunes de nuestra vida cotidiana o en las sociedades tribales. Para efectos del alivio, reclamaría una terapéutica integral que atienda a cabalidad la singularidad de la persona.