Las aportaciones derivadas de la Psicología socio-histórica, de la mano de Vygotsky, han contribuido a que se tengan en cuenta aspectos culturales y funcionales a la hora de diseñar entornos pedagógicos significativos, basándose en la idea de que ser lector o escritor es algo más que dominar un código de escritura, se trata de dominar el lenguaje entendido como producto cultural que se utiliza tanto con fines comunicativos como de construcción del pensamiento.
La conclusión más destacada que se desprende de estas revisiones es que la lectura y la escritura son adquisiciones que van mucho más allá de la apropiación del alfabeto y su completo dominio requiere de un plan didáctico que no se reduce a enseñar letras y conocer el alfabeto como única meta, sino que requiere toda una visión contextualizadora a que nos aboca el punto de vista socio-histórico.
Los postulados de la teoría socio-histórica tienden a considerar el lenguaje escrito como una variable relacionada con el contexto social ya que es el contexto lo que forma y conforma el sistema de escritura.
Esta perspectiva socio-histórica ha puesto su foco de interés en el estudio de los cambios sociales, culturales y cognitivos que la alfabetización ha promovido a lo largo de su historia.
Los estudiosos del enfoque socio-histórico, especialmente aquellos que se incluyen en la tradición vygotskyana, pusieron un especial énfasis en las trasformaciones cognitivas que la nueva tecnología comunicativa aportaba al individuo. Esta forma de enfocar el problema partía de dos aspectos fundamentales: de un lado, la relación hipotetizada por Vygotsky entre las funciones mentales superiores y los instrumentos semióticos, así como el proceso de descontextualización de estos últimos; de otro, el papel que cumplen en ese proceso de descontextualización las actividades complejas en las que el individuo se involucra a partir de la escritura.
La conclusión más destacada que se desprende de estas revisiones es que la lectura y la escritura son adquisiciones que van mucho más allá de la apropiación del alfabeto y su completo dominio requiere de un plan didáctico que no se reduce a enseñar letras y conocer el alfabeto como única meta, sino que requiere toda una visión contextualizadora a que nos aboca el punto de vista socio-histórico.
Los postulados de la teoría socio-histórica tienden a considerar el lenguaje escrito como una variable relacionada con el contexto social ya que es el contexto lo que forma y conforma el sistema de escritura.
Esta perspectiva socio-histórica ha puesto su foco de interés en el estudio de los cambios sociales, culturales y cognitivos que la alfabetización ha promovido a lo largo de su historia.
Los estudiosos del enfoque socio-histórico, especialmente aquellos que se incluyen en la tradición vygotskyana, pusieron un especial énfasis en las trasformaciones cognitivas que la nueva tecnología comunicativa aportaba al individuo. Esta forma de enfocar el problema partía de dos aspectos fundamentales: de un lado, la relación hipotetizada por Vygotsky entre las funciones mentales superiores y los instrumentos semióticos, así como el proceso de descontextualización de estos últimos; de otro, el papel que cumplen en ese proceso de descontextualización las actividades complejas en las que el individuo se involucra a partir de la escritura.
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