En nuestro entorno, y de forma exacerbada durante las últimas decadas en el campo de la arquitectura, ha primado la acción sobre la reflexión. Y, ahora que esa fébril actividad ha cesado por completo, una paralisis sobreacogedora y expectante atenaza a los arquitectos. Sin duda vamos a tener que poner a prueba nuestra capacidad de pensar y abordar con ideas la incertidumbre del inmediato futuro.