No había marcha atrás... Lo hecho, hecho estaba y aunque Aquiles no sabía hasta donde llegaría ni que sucedería, definitivamente, su mundo acababa de cambiar. Su curiosidad, las dobles intenciones, las indirectas y las frases con doble sentido, habían quedado atrás. Ese beso, había puesto patas para arriba a su estructura de hombre hetero. La armadura que Aquiles se había puesto para preservarse y para protegerse de algo que siquiera el conocía, finalmente, oxidada y maltrecha, había caído. Era momento de afrontar la situación y de acomodar sus ideas para continuar transitando una vida que, seguramente, ya no sería la misma.
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