Jamás pensaste que extrañarías un espacio en el sillón de su casa, que los mates más dulces serían sus amargos. Cuando te pusiste a llorar por una crisis no pudiste ver que una historia maravillosa nacería en ese espacio... ¿Lamentaste no haberte arriesgado? Caminaste ignorando almas que te sanarían la tuya luego, que pena... ¡Qué ciegos! ¡Cuánto poder le damos al ojo ajeno!
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