Baltasar Castreño, nombre ficticio de un personaje real, resulta ser el paradigma, el reflejo fiel, de tanto emigrante español llegado a la tierra de promisión americana.
Seguramente, más de un amable lector que se adentre en la lectura de este disparate de la vida que es Baltasar Castreño, resultará sorprendido, ¡o tal vez no! de las vivencias que aquí se presentan y acontecen. Para otros, en cambio, les resultará muy familiar el entorno y desenvolvimiento del protagonista; bien porque estas experiencias en América se las escucharon a otros o, sencillamente, porque el lector ocasional, también forme parte de la diáspora emigrante que un día se decidió a cruzar el mar, a "mirar más allá", a ver qué había al otro lado de la orilla del inmenso océano.
Esta historia, quede claro, no es ficticia y todo lo que aquí acontece y desarrolla, son hechos reales, tal y a como a este humilde escritor se lo contó el protagonista. El autor de este libro sabe, por experiencia que vidas como la de Baltasar y entre la comunidad emigrante, española en este caso, historias similares podrían narrarse a cientos, y a cuál más fascinantes. El hecho de que el autor en Baltasar es Nombre de Rey, también haya sido un vividor y aventurero en tierras americanas, corrobora el hecho de que la existencia de un emigrante sea en cualquier momento una exposición esperpéntica, una auténtica ristra de disparates, de grandezas humanas, de heroicidades, de felicidad y conquista y también de tragedia y muerte. La sangre española está sembrada y derramada de punta a punta del continente americano.
Es por ello que la vida de Baltasar Castreño y en lo que al autor del libro se refiere, se presenta como un homenaje, como una real muestra de admiración a miles de españoles que, desde hace siglos, llegaron, y siguen llegando, a tierras americanas. Tierras en donde una raza como la española, ha contribuido, no con su granito de arena, sino con montañas, con toneladas de arena, al engrandecimiento de América de uno a otro confín, aunque pretendan opacarlo, los ignorantes, acomplejados y envenenados por la leyenda negra urdida por Inglaterra, en contra de su odiada y admirada España, mal que les pese.
Baltasar Castreño, nombre ficticio de un personaje real, es una muestra del coraje y virtudes, anteriormente señaladas.
Seguramente, más de un amable lector que se adentre en la lectura de este disparate de la vida que es Baltasar Castreño, resultará sorprendido, ¡o tal vez no! de las vivencias que aquí se presentan y acontecen. Para otros, en cambio, les resultará muy familiar el entorno y desenvolvimiento del protagonista; bien porque estas experiencias en América se las escucharon a otros o, sencillamente, porque el lector ocasional, también forme parte de la diáspora emigrante que un día se decidió a cruzar el mar, a "mirar más allá", a ver qué había al otro lado de la orilla del inmenso océano.
Esta historia, quede claro, no es ficticia y todo lo que aquí acontece y desarrolla, son hechos reales, tal y a como a este humilde escritor se lo contó el protagonista. El autor de este libro sabe, por experiencia que vidas como la de Baltasar y entre la comunidad emigrante, española en este caso, historias similares podrían narrarse a cientos, y a cuál más fascinantes. El hecho de que el autor en Baltasar es Nombre de Rey, también haya sido un vividor y aventurero en tierras americanas, corrobora el hecho de que la existencia de un emigrante sea en cualquier momento una exposición esperpéntica, una auténtica ristra de disparates, de grandezas humanas, de heroicidades, de felicidad y conquista y también de tragedia y muerte. La sangre española está sembrada y derramada de punta a punta del continente americano.
Es por ello que la vida de Baltasar Castreño y en lo que al autor del libro se refiere, se presenta como un homenaje, como una real muestra de admiración a miles de españoles que, desde hace siglos, llegaron, y siguen llegando, a tierras americanas. Tierras en donde una raza como la española, ha contribuido, no con su granito de arena, sino con montañas, con toneladas de arena, al engrandecimiento de América de uno a otro confín, aunque pretendan opacarlo, los ignorantes, acomplejados y envenenados por la leyenda negra urdida por Inglaterra, en contra de su odiada y admirada España, mal que les pese.
Baltasar Castreño, nombre ficticio de un personaje real, es una muestra del coraje y virtudes, anteriormente señaladas.
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