Basil, benjamín de «un caballero inglés de inmensa fortuna», se enamora de un flechazo de una muchacha a la que un día ve casualmente en un ómnibus. Después de conocerla, accede a casarse con ella, con la insólita condición, impuesta por el padre de la muchacha, de no consumar el matrimonio hasta que pase un año. Así empieza «la historia de un error inocente en sus comienzos, culpable en su desarrollo, fatal en su desenlace»: la historia, en suma, de una degradación por amor. Un año después, un terrible descubrimiento arrastra a los personajes a una pesadilla de culpa, venganza, violencia y muerte en la que el bien y el mal revelan ocultas, perversas fraternidades. Segunda de las novelas de Wilkie Collins, Basil (1852) es ya un elocuente ejemplo de su universo característico, en el que, escarbando en «el secreto teatro del hogar», sin traspasar nunca los delicados muros de un interior doméstico, se encuentran toda la pasión y la sinrazón brutal de la novela gótica.