Caminar hacia Emaús es ir en busca de Jesús resucitado.
Esta es una jornada de fe que deberá iniciarse cuantas veces sea necesario y que nunca debe terminar hasta que seamos capaces de aceptar a ese extraño caminante a quien en tantas ocasiones no hemos reconocido en nuestro camino y al que incluso hemos rechazado cuando se nos ha acercado para caminar con nosotros y aconsejarnos.
Jesús nos espera en un recodo del camino y nunca nos abandonara a nuestra suerte no importa cuantas veces hayamos perdido el camino por el desánimo que nos produce nuestra débil naturaleza humana y nuestra ignorancia de las cosas del espíritu que nos hace caminar en círculos una y otra vez.
Lo único que Jesús nos pide es que le escuchemos con humildad y fe.
Su camino no es de mapas, es de gracia, amor y voluntad; voluntad y disposición para vivir una nueva vida y así resucitar con El y como El. Sin embargo, nadie resucita a la vida del espíritu si no ha muerto antes al mundo y al pecado.
Caminemos de una vez por todas permanentemente con Jesús y Él nos guiará a Emaús y partirá el pan con nosotros en la casa de Cleofás y en la intimidad de su presencia conoceremos los secretos del reino de los cielos.
Esta es una jornada de fe que deberá iniciarse cuantas veces sea necesario y que nunca debe terminar hasta que seamos capaces de aceptar a ese extraño caminante a quien en tantas ocasiones no hemos reconocido en nuestro camino y al que incluso hemos rechazado cuando se nos ha acercado para caminar con nosotros y aconsejarnos.
Jesús nos espera en un recodo del camino y nunca nos abandonara a nuestra suerte no importa cuantas veces hayamos perdido el camino por el desánimo que nos produce nuestra débil naturaleza humana y nuestra ignorancia de las cosas del espíritu que nos hace caminar en círculos una y otra vez.
Lo único que Jesús nos pide es que le escuchemos con humildad y fe.
Su camino no es de mapas, es de gracia, amor y voluntad; voluntad y disposición para vivir una nueva vida y así resucitar con El y como El. Sin embargo, nadie resucita a la vida del espíritu si no ha muerto antes al mundo y al pecado.
Caminemos de una vez por todas permanentemente con Jesús y Él nos guiará a Emaús y partirá el pan con nosotros en la casa de Cleofás y en la intimidad de su presencia conoceremos los secretos del reino de los cielos.
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