Los personajes que deambulan por la paginas de este libro son hijos malditos de la ciudad, angeles caidos al purgatorio del asfalto, condenados en busca de redimirse de las maneras mas insolitas, sin conseguirlo: ninos que, para demostrar quien es el mas hombre, torean trenes hasta las ultimas consecuencias; un desempleado que recibe el extrano encargo de arrancar paginas de la biblioteca de un escritor muerto; el dueno de una rosticeria que ahorra obsesivamente para comprarse un ataud digno; prostitutas que se baten en duelo contra un grupo de indigentes para recuperar un talisman en forma de lunar; una actriz en decadencia que intenta advertir a su sobrina-nieta que no caiga en las garras del hombre que la arruino... Mediante una pluma gil capaz de atrapar desde las primeras lneas- y un odo dotado para reproducir los lenguajes de las diferentes tribus urbanas, Gabriel Rodrguez Liceaga conforma en Canta, herida! un catlogo de miserables que no mueven a la compasin sino al pasmo, al escalofro, al vrtigo que aparece tras las primeras sacudidas de un temblor. Sus cuentos son parientes de los movimientos telricos, pues provocan la misma sensacin: el suelo bajo nuestros pies puede ceder en cualquier momento, arrastrndonos al derrumbe, a los escombros, a las ruinas de nosotros mismos. Bernardo Esquinca
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