Luego de su jubilación, Julia Bertesaccker se quedó sola. Nadie la tenía en cuenta. Nadie se interesaba por su delicado estado de salud. Nadie se acordaba de su existencia. O quizás alguien sí, pero era alguien sin buenas intenciones. «Me lo merezco. Me lo merezco… ¿Me lo merezco?»