Tú eres Celeste, y tu universo galáctico contiene miríadas de cuerpos celestes, de estrellas de preones, (los preones son partículas subatómicas de las que están compuestos los quarks y los leptones) de meteoritos, de cometas, de soles, de planetas que reflejan la luz del lumínico astro que orbitan, por no poder efectuar procesos de fusión termonuclear como lo hacen las benditas y radiantes estrellas.
Tu centro-corazón alberga constelaciones como rebañitos de dulces estrellas, de nebulosas dentro de las cuales se gestan miles de millones de maravillas estelares, chispas celestes que irradian hacia todas las direcciones su majestuosa esencia de purísimo amor.
Eres Celeste, eres Divino, eres amante y amado, contenedor de satélites nacidos del choque entre un asteroide y un planeta, y de otros que al acercarse a la orbita de los planetas son atraídos por su potente fuerza gravitatoria.
Los cometas con su estela de plasma y de polvo, los meteoros veloces y fugaces conformados por meteoroides que se desintegran al atravesar a Gaia, y los meteoritos que a causa de su gran tamaño no pueden ser desintegrados al atravesar la atmósfera de la bendita y bienamada Gaia. Esta es la danza Celeste, que despliega sus alas de oro y de plata incrustadas de zafiros, la alada danza celestial y galáctica a la que se integra el vibrante universo que mora en el corazón de cada unidad ascendente.
Tu centro-corazón alberga constelaciones como rebañitos de dulces estrellas, de nebulosas dentro de las cuales se gestan miles de millones de maravillas estelares, chispas celestes que irradian hacia todas las direcciones su majestuosa esencia de purísimo amor.
Eres Celeste, eres Divino, eres amante y amado, contenedor de satélites nacidos del choque entre un asteroide y un planeta, y de otros que al acercarse a la orbita de los planetas son atraídos por su potente fuerza gravitatoria.
Los cometas con su estela de plasma y de polvo, los meteoros veloces y fugaces conformados por meteoroides que se desintegran al atravesar a Gaia, y los meteoritos que a causa de su gran tamaño no pueden ser desintegrados al atravesar la atmósfera de la bendita y bienamada Gaia. Esta es la danza Celeste, que despliega sus alas de oro y de plata incrustadas de zafiros, la alada danza celestial y galáctica a la que se integra el vibrante universo que mora en el corazón de cada unidad ascendente.
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