Aproximarse a la comprensión de la obra de un sociólogo como Edelberto Torres-Rivas exige establecer esa conexión capital entre biografía e historia sobre la que tan inspiradoramente escribiera Charles Wright Milis. La imaginación sociológica, como insistía Milis, es la que permite conectar significativamente las inquietudes personales del medio con los problemas públicos de la estructura social. Gracias a ella es posible colocar lo particular y subjetivo, como desazón y problema, y también como curiosidad que convoca explicaciones, en ese contexto más amplio que es la estructura social en movimiento, es decir, en el marco de la historia. La imaginación sociológica, así, crea condiciones para que la sensibilidad ética del analista social tenga la oportunidad de enraizarse y desplegarse con mucha mayor pertinencia y profundidad. Un rasgo sobresaliente del trabajo de Edelberto Torres-Rivas ha sido poseer una rica imaginación sociológica en ese sentido, impregnada de una firme proclividad a adoptar la perspectiva centroamericana en cuanto al horizonte espacio-temporal de sus preguntas e indagaciones.