Según el punto de vista tradicional, y por su particular forma desviada de decir algo para significar otra cosa, las metáforas no tendrían lugar en las ciencias. Sin embargo, su presencia generalizada en todo discurso científico lleva a sospechar que su presencia es más la regla que la excepción y que tendrían una función cognoscitiva, y no meramente estética o retórica. Mucho más cuando es evidente que en casi todos esos casos las expresiones metafóricas no son sustitutos o paráfrasis de otras expresiones literales y más esotéricas que los científicos usarían entre pares o entre entendidos, sino la forma única, habitual y académica en la que se expresan. Este libro propone apartarse de las concepciones tradicionales y, en cambio, afirma que las metáforas que utilizan los científicos dicen algo por sí, y no como meras subsidiarias de otras expresiones consideradas literales y tienen una función cognoscitiva y epistémica legítima e insustituible.