La improvisación, como esencia del jazz, se convierte irremediablemente en condición para la supervivencia en dos contextos lejanos en el tiempo y el espacio pero unidos como hermanos siameses que comparten órganos vitales. Los músicos del sexteto de jazz que tocan en esta novela viven de noche y duermen de día. El azar les depara un niño huérfano al que le ofrecen su amor incondicional y crían al margen de los aparatos educativos que más que seres humanos, producen piezas de repuesto para que el sistema siga funcionando. En el jazz, el tema es un regalo del universo; las variaciones, un regalo de los amigos que se atreven a improvisar juntos. ¿No es esto acaso, metáfora de la supervivencia y realización de la libertad?