Su casamentera madre y sus entrometidas hermanas la habían sacado de quicio. Tan harta estaba Zoe, que al final aceptó asistir a la cita a ciegas en la que todas estaban empeñadas, sólo por una vez y para que la dejaran en paz. Porque, aunque la idea no le gustaba en absoluto, aquel desconocido podía hacerle olvidar al hombre en quien no podía dejar de pensar: Mike Kwan. Pero le iba a resultar muy difícil, pues hasta aquel desconocido del que sólo sabía su nombre se llamaba Mike. Bueno, ciertamente era un nombre muy común...
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