En la segunda conferencia de Sobre el porvenir de nuestras instituciones educativas, Nietzsche se refiere a la ya anquilosada traditio de pensamiento según la cual la filosofía habría comenzado con una suerte de "asombro". Sin embargo, en lugar de adscribir a esta herencia, Nietzsche se declara, con gran convicción y firmeza, contra ella: lo que le corresponde a la filosofía es comenzar con el terror. Desde este momento, filosofía y violencia no deberían parecernos tan ajenas la una a la otra; una relación de coimplicación hay entre ellas. En este libro, seis ensayos escritos en diferentes momentos, pero atados por un nudo que no es sino el de una violencia originaria, insisten en esa coimplicación, en ese doble vínculo. El terror a esta violencia originaria de lo otro inclasificable –pero no por eso absolutamente trascendente– es una oportunidad y una chance. Es lo que nos permite comenzar a filosofar en y a pesar de la no simplicidad del comienzo; lo que, sin poder preverlo como tal, y más bien queriendo evadirlo, no es sino el accidente esencial de toda sustancia filosófica, de todo texto y de todo cuerpo textual; y, en suma, de toda escritura. Y es, también, promesa: de una filosofía apasionada que todavía está por venir.