Es ampliamente conocido que el régimen fascista trató de utilizar a los emigrantes para fortalecer su política exterior en América Latina, especialmente en aquellos países con una fuerte presencia de italianos. Escuelas, asociaciones, centros culturales, prensa en lengua italiana fueron las principales herramientas que utilizó el régimen de Benito Mussolini para implementar esta estrategia. Esto también sucedió en el caso de Chile, a pesar de que la comunidad italiana residente era mucho más pequeña que en los países que recibieron flujos "aluviales" de la península. De hecho, cuando Mussolini conquistó el poder en Italia, los italianos en Chile no superaban las 20.000 personas, cuyas principales actividades eran el comercio y los servicios. Sin embargo, también en Chile, en los años veinte y treinta del siglo XX, se fortaleció un sentimiento de italianidad y de orgullo nacional por el prestigio internacional adquirido por la patria y, en primera persona, por el "Duce". Ese orgullo indujo a muchos compatriotas a imaginar que pudiesen lograr la misma consideración de los ciudadanos de las grandes potencias. Además, Mussolini fue objeto de innumerables muestras de estima por una parte importante del personal político chileno. Basado en fuentes archivísticas italianas y chilenas, el libro analiza principalmente cuatro aspectos: la prensa en lengua italiana como órgano de propaganda y apoyo a la política exterior del régimen de Roma; la evaluación que del fascismo dieron los representantes diplomáticos chilenos en Italia y la que el personal diplomático italiano en Chile dio de la política local; el entrelazamiento entre el flujo de italianos en Chile y la obra de "fascistización" de la comunidad emigrante; y la superación de la temporada fascista en la segunda mitad de la década de 1940 entre los ítalo-chilenos.
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