El fútbol, a esta altura de la historia, se ha convertido en algo tan grande que alcanza prácticamente a toda la humanidad. Incluso los amantes de otros deportes y quienes no gustan de este noble juego están influenciados por él. Por centenares de razones, el fútbol es fascinante. Es que se parece tanto a la vida que no nos pueden resultar indiferentes todos sus aspectos: la verdad, la mentira, los merecimientos, la injusticia, el coraje, la cobardía, lo hermoso y lo que no lo es, el deseo, las ilusiones, el éxito, el fracaso, los momentos compartidos. Y por supuesto, también están los demás: los compañeros y los rivales; los que imparten justicia y los que son juzgados; los que sufren y gozan con colores propios y ajenos; los que se movilizan solo con los mundiales; quienes miran los partidos de equipos que apenas conocen; los que juegan desde la tribuna o frente a la tele. Estas crónicas, pequeño muestrario de momentos reales y ficciones fantásticas, nos llevan a ser espectadores y jugadores de momentos épicos, tiernos, terroríficos, sublimes. Como lo es hacer un picado. Pelotear un rato. Hacer un partidito a la pelota. Jugar al fútbol.