En Cuentos de amor de locura y de muerte, encontramos al autor solitario que ha conocido personalmente estas mismas realidades. Se trata de una serie de cuentos escritos en plena selva, en la zona fronteriza de misiones, y distanciado igualmente de lo que aprendió leyendo a Mauupassant o a Chejov. Algunos cuentos reunidos en el volumen de 1917 quizás nos parezcan desquiciados y morbosos, empero, no dejan de ser un tributo a la maestría de un género que es casi un patrimonio literario de América Latina. A pesar del horripilante episodio que encierra la Gallina degollada, por ejemplo, puede notarse la abrumadora frialdad de la narración, una lógica imperturbable y aniquiladora: los cuatro niños idiotas han aprendido en el corral cómo degollar a su propia hermana, la única normal de la casa. En El solitario un hombre obsesionado con su trabajo de orfebre asesina a su esposa clavándole un alfiler en el corazón… Los cuentos de Quiroga, obsesivos y alucinantes, siguen siendo el modelo narrativo más preciado por las nuevas generaciones de cuentistas.