7 de enero de 18... A las cinco de la tarde Ambrosio Carabin, portero segundo o tercero (no lo se bien) de esta ilustre escuela literaria, cerraba la gran puerta verde de la fachada oriental, y, despues de me-terse la llave en el bolsillo, se quedaba contemplando al propietario de la catedra de Literatura general y española, que bajaba, bien envuelto en su gaban ceniciento, por la calle de Santa Catalina.