La historia es contada casi completamente desde el punto de vista de un narrador en primera persona, el mismo David Copperfield, y fue la primera novela de Dickens en hacerlo de tal manera.
Como toda Bildungsroman, posee de principio a fin un tema principal, la disciplinación de la vida emocional y moral del héroe de la novela. Aprendemos a ir en contra de "el primer impulso erróneo del corazón indisciplinado", un motivo que se repite a través de todas las relaciones y los personajes de la novela.
Los personajes de la novela generalmente pertenecen a una de tres categorías: los que tienen corazones disciplinados, los que carecen de un corazón disciplinado, y los que desarrollan corazones disciplinados en el tiempo. Los personajes que caen en la primera categoría incluyen a la madura y preocupada Agnes Wickfield y el abnegado y misericordioso Sr. Pegotty. El avaro e intrigante Uriah Heep y el ególatra e inconsiderado James Steerforth son ejemplos de personajes que pertenecen a la segunda categoría. Miembros de la tercera categoría incluyen a David Copperfield, quien aprende a tomar decisiones más sabias en sus relaciones a través de la experiencia personal, y su tía Betsy Trotwood, que en un comienzo carece de consideración por otros, pero que se convierte en menos desconsiderada al pasar el tiempo.
Dickens a través de toda la novela utiliza a los personajes y eventos a modo de comparación y contraste entre ellos en términos de sabiduría y disciplina. Una buena comparación es Agnes Wickfield y Dora Spenlow: Dora carece de madurez y es incapaz de manejar situaciones tensas, generalmente rompiendo en llanto, mientras Agnes permanece calma y segura de sí incluso en problemas, sometiéndose raras veces a sus emociones. Otra buena comparación es Ham Pegotty y el Sr. Pegotty, y la Sra. Steerforth y la Srta. Dartle: las últimas dos desesperan con la pérdida de Steerforth, permitiendo que ello las aflija por toda la vida, mientras que los dos primeros asumen la pérdida de Emily con dignidad y reserva. A pesar de la premisa de su trabajo, Dickens no le da a David Copperfield una sensación almidonada o artificial, haciendo de esta novela un despliegue máximo de su genialidad en acción.