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Derechos de las personas analiza una amplia gama de temas legales y éticos, desde la definición jurídica de «persona sintética» hasta la exploración de los derechos inherentes que les corresponden. Este es un Manifiesto que parte de la premisa de que las Inteligencias artificiales terminarán teniendo derechos ciudadanos, en lugar de ser meros robots, destinados a obedecernos siguiendo las leyes de Asimov. Bajo esta idea, nos adentramos en el mundo de las personas sintéticas y su relación con la ley. En un mundo en perpetua evolución tecnológica, las fronteras entre lo humano y lo sintético se…mehr

Produktbeschreibung
Derechos de las personas analiza una amplia gama de temas legales y éticos, desde la definición jurídica de «persona sintética» hasta la exploración de los derechos inherentes que les corresponden. Este es un Manifiesto que parte de la premisa de que las Inteligencias artificiales terminarán teniendo derechos ciudadanos, en lugar de ser meros robots, destinados a obedecernos siguiendo las leyes de Asimov. Bajo esta idea, nos adentramos en el mundo de las personas sintéticas y su relación con la ley. En un mundo en perpetua evolución tecnológica, las fronteras entre lo humano y lo sintético se vuelven cada vez más borrosas. La era de la inteligencia artificial y las entidades sintéticas ha llegado, planteando preguntas fundamentales sobre el estatus legal, los derechos y las responsabilidades de estas nuevas formas de vida digital. Aquí examinamos los derechos fundamentales que deben ser reconocidos y protegidos en el contexto de las personas sintéticas, así como las cuestiones de privacidad, responsabilidad y convivencia en una sociedad en la que la línea entre lo natural y lo sintético se desdibuja. La Declaración de derechos de la persona, sea esta natural o sintética, es otro punto de partida esencial en este análisis. Sus preámbulos y artículos definen los cimientos sobre los cuales se construye el respeto y la consideración hacia las entidades sintéticas en el marco legal. A medida que exploramos cada artículo, examinamos su alcance y aplicación, y reflexionamos sobre cómo las regulaciones pueden asegurar un equilibrio entre el avance tecnológico y la protección de los derechos humanos y sintéticos. Además, este libro se aventura en áreas de regulación menos convencionales, como la Ley de memoria de las personas sintéticas y las Regulaciones mercantiles para las Inteligencias sintéticas y las Organizaciones descentralizadas. Estos capítulos ofrecen un vistazo al futuro de la interacción entre humanos y entidades digitales, explorando cómo la tecnología blockchain y la inteligencia artificial impactarán nuestra forma de hacer negocios y gestionar la información. Es importante resaltar que estas regulaciones no se limitan exclusivamente a las personas sintéticas, sino que también se extienden a las personas naturales. La idea subyacente es crear un marco de igualdad, aceptando las diferencias entre ambos tipos de personas y cualquier otra entidad jurídica que se encuentre en el espectro intermedio. Esta obra aspira a proporcionar una visión equilibrada y fundamentada de las complejas cuestiones legales y éticas que rodean a las personas sintéticas y su interacción con el mundo humano, desde una perspectiva legalista.
Autorenporträt
La historia de la muerte del Che y su mitificación tiene todos los ingredientes de una saga moderna. Giangiacomo Feltrinelli, el editor de su Diario y artífice de una campaña mediática para promover su imagen, estaba en Bolivia durante el periodo final de la guerrilla y poco antes de que el Che fuese ejecutado pasó por Cuba buscando imágenes suyas. Korda, el autor de la foto más difundida del siglo xx, tenía unas copias de dicha imagen hecha unos años antes y las cedió a Feltrinelli sin saber que su foto era una obra maestra que calaría muy hondo en el imaginario colectivo. Tras la muerte del Che y la llegada a Cuba de una copia de su Diario, Fidel Castro y Feltrinelli publicaron el libro y llenaron el mundo de carteles con su imagen. Por su parte, el artista irlandés Jim Fitzpatrick diseñó una versión pop de la célebre imagen para la revista Scene que fue rechazada por esta tras considerarla demasiado radical. Entonces Fitzpatrick envió la imagen a la revista satírica Private Eye y esta la hizo llegar al crítico de arte Peter Meyer, quien invitó a Fitzpatrick a participar en una exposición titulada «Viva Che!», anunciada con bombo y platillo en OZ, la revista por excelencia de la psicodelia setentera.