No importan los años que hayas tardado en conocerla, ella siempre sonará moderna. Pasa en sus novelas, en sus columnas y especialmente en Dime que me quieres aunque sea mentira. En este compendio de notas sobre feminismo y escritura, el último que publicó antes de morir de cáncer de mama a los 45 años, Roig se corona como maestra del dato anticipatorio. Ahí está, treinta años antes de que le pusiéramos nombre a la «brecha de autoridad» entre escritoras y escritores, defendiendo una mirada propia ajena al canon masculino. «Dime que me quieres aunque sea mentira», le pidió Johnny Guitar a Joan Crawford en aquella película de los cincuenta. Roig recuerda que ella contestó que lo quería aunque fuera mentira y que le decía la verdad. «La mentira, es decir, la literatura, es una droga. Y si nos falta, andamos un poco colgados», escribe a propósito de ese intercambio. Y también dice la verdad. Es justo lo que nos pasa con ella. Porque cuando la encuentras, pasa como con la mejor droga: te preguntas qué diablos habías estado haciendo (leyendo) en tu vida antes de conocerla. Del prólogo de Noelia Ramírez
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