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Mi momento favorito del día es mi tiempo devocional a la mañana con el Señor. Pero cuando no estoy en casa, puede ser difícil apartar el tiempo y un lugar para esto. En un viaje reciente, me quedé en un Airbnb con varios miembros de la familia y le eché el ojo a la mesa de la cocina para mi devocional matutino. Pero cuando desperté temprano al día siguiente y fui a la cocina con mi Biblia y lápices de colores, alguien ya estaba ahí. Una computadora portátil y otros elementos esenciales para trabajo remoto cubrían toda la mesa. No había sido la única que le había echado el ojo. Enseguida me di…mehr

Produktbeschreibung
Mi momento favorito del día es mi tiempo devocional a la mañana con el Señor. Pero cuando no estoy en casa, puede ser difícil apartar el tiempo y un lugar para esto. En un viaje reciente, me quedé en un Airbnb con varios miembros de la familia y le eché el ojo a la mesa de la cocina para mi devocional matutino. Pero cuando desperté temprano al día siguiente y fui a la cocina con mi Biblia y lápices de colores, alguien ya estaba ahí. Una computadora portátil y otros elementos esenciales para trabajo remoto cubrían toda la mesa. No había sido la única que le había echado el ojo. Enseguida me di cuenta de que las dos salas de estar tampoco funcionarían. Estaban conectadas con la cocina, y la persona que estaba trabajando estaba haciendo llamadas telefónicas… en altavoz. A la mañana siguiente, cuando desperté, oré y le pedí al Señor que me mostrara dónde podía pasar un buen tiempo con Él y con su Palabra. Señor, tú sabes que atesoro el tiempo contigo. Y nada es demasiado difícil para ti. ¿Podrías crear la manera? Entré a la cocina y me encontré con la misma escena: un miembro de la familia en una llamada en conferencia por altavoz en la mesa de la cocina. Pero mientras me servía una taza de café, él terminó la llamada, se paró y se desperezó. «He estado levantado desde antes del amanecer —me dijo—. Voy a dormir una siesta». Me quedé mirando mientras desocupaba la mesa y regresaba a su habitación. Apoyada sobre el aparador, sacudí la cabeza asombrada y dije en mi corazón: Señor, cómo me amas. Gracias.
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