La siguiente historia tiene dos protagonistas principales: Evaristo Vilanoba y Samuel Marchesini. Ambos, periodistas del Diario de la Mañana de Coronel Pineda, la ciudad donde transcurrieron los hechos que los vinculan.
El primero, Evaristo Vilanoba, fue un periodista especializado en las noticias policiales, y por añadidura también en las del ámbito judicial. Oriundo de General Lorea, llegó a Pineda a principios de los años 70, con una nota de recomendación para el director del diario, Escribano Américo López Zanabria. Vilanoba empatizó inmediatamente con López Zanabria, un hacendado metido a empresario periodístico siguiendo el mandato familiar que tomaría, a su muerte, la mayor de sus hijas: Berta López Báez. El Doctor Mérico, como cariñosamente le decían sus allegados más íntimos, era un conservador de rancia estirpe en materia política, y administraba la empresa familiar con igual impronta. Aunque manejaba ciertos códigos y principios que con el advenimiento de su hija al mando del diario se fueron perdiendo. Esos códigos eran los que le permitían tejer relaciones más cercanas con sus empleados. Tal era el caso de Vilanoba, que solía compartir con su jefe largas charlas en el despacho principal del diario, café o whisky de por medio.
En sus primeros meses en el Diario de la Mañana, Vilanoba cubrió la información deportiva. Pero ante la jubilación de Osiris Gandulla, tomó la posta a pedido de López Zanabria. Fue el encargado de la información policial y judicial desde los primeros días de setiembre de 1972 hasta el día de su muerte, ocurrida el 18 de febrero de 2009 en plena redacción del diario. Su estilo marcó una época. Su prosa particular forma parte del acervo cultural de Coronel Pineda. Sus latiguillos lo acompañaron también cuando, paralelamente a su labor gráfica, comenzó sus intervenciones en Radio Textual, la emisora en frecuencia modulada inaugurada en 1998 por los propietarios del diario, justo un mes después de la muerte del Escribano López Zanabria. La desaparición de una joven pinedense llamada Sofía Heredia sería determinante en la historia periodística de Evaristo Vilanoba. Y también en su vida.
El segundo, Samuel Marchesini, también es periodista. Nacido en 1979, ingresó al Diario de la Mañana a los 20 años, graduado de la carrera de Comunicación Social en el Instituto Clemente Moya de la cercana ciudad de Villa Laferrara. Su padre era el electricista de confianza de la familia López, y conocía desde muy chica a Berta, la nueva directora del periódico. Ella fue quien hizo entrar a Samuel en el diario para cubrir la información deportiva, específicamente todo lo concerniente al automovilismo, una disciplina que cuenta con muchos fanáticos en Coronel Pineda.
Luego de una década cubriendo el automovilismo y -en épocas de vacaciones de otros periodistas- también encargarse de la cobertura de la actividad político institucional de la ciudad, las circunstancias determinarían su nuevo destino periodístico: a la abrupta muerte de Evaristo Vilanoba, la directora del diario lo pondría a cargo de la información policial y judicial. Un desafío que el joven tomó con especial entusiasmo por dos motivos: su afición por el cine noir francés y su indisimulada aversión personal y periodística por Evaristo Vilanoba.
El caso de la desaparición de Sofía Heredia, ocurrida el 23 de junio de 2006, fue una bisagra en la historia periodística y personal de Evaristo Vilanoba. Los acontecimientos se sucederían de tal manera que también la carrera periodística de Samuel Marchesini se vería afectada por esa misteriosa desaparición. "El Caso Heredia" fue un hecho resonante en la historia de Coronel Pineda. Y es, además, el título del libro que Evaristo Vilanoba dejó a manera de testamento periodístico. Ese libro sufrió la denostación, la reprobación y por último el olvido de la comunidad pinedense. Por esas cosas del destino, el encargado de rescatar aquella investigación del ostra...
El primero, Evaristo Vilanoba, fue un periodista especializado en las noticias policiales, y por añadidura también en las del ámbito judicial. Oriundo de General Lorea, llegó a Pineda a principios de los años 70, con una nota de recomendación para el director del diario, Escribano Américo López Zanabria. Vilanoba empatizó inmediatamente con López Zanabria, un hacendado metido a empresario periodístico siguiendo el mandato familiar que tomaría, a su muerte, la mayor de sus hijas: Berta López Báez. El Doctor Mérico, como cariñosamente le decían sus allegados más íntimos, era un conservador de rancia estirpe en materia política, y administraba la empresa familiar con igual impronta. Aunque manejaba ciertos códigos y principios que con el advenimiento de su hija al mando del diario se fueron perdiendo. Esos códigos eran los que le permitían tejer relaciones más cercanas con sus empleados. Tal era el caso de Vilanoba, que solía compartir con su jefe largas charlas en el despacho principal del diario, café o whisky de por medio.
En sus primeros meses en el Diario de la Mañana, Vilanoba cubrió la información deportiva. Pero ante la jubilación de Osiris Gandulla, tomó la posta a pedido de López Zanabria. Fue el encargado de la información policial y judicial desde los primeros días de setiembre de 1972 hasta el día de su muerte, ocurrida el 18 de febrero de 2009 en plena redacción del diario. Su estilo marcó una época. Su prosa particular forma parte del acervo cultural de Coronel Pineda. Sus latiguillos lo acompañaron también cuando, paralelamente a su labor gráfica, comenzó sus intervenciones en Radio Textual, la emisora en frecuencia modulada inaugurada en 1998 por los propietarios del diario, justo un mes después de la muerte del Escribano López Zanabria. La desaparición de una joven pinedense llamada Sofía Heredia sería determinante en la historia periodística de Evaristo Vilanoba. Y también en su vida.
El segundo, Samuel Marchesini, también es periodista. Nacido en 1979, ingresó al Diario de la Mañana a los 20 años, graduado de la carrera de Comunicación Social en el Instituto Clemente Moya de la cercana ciudad de Villa Laferrara. Su padre era el electricista de confianza de la familia López, y conocía desde muy chica a Berta, la nueva directora del periódico. Ella fue quien hizo entrar a Samuel en el diario para cubrir la información deportiva, específicamente todo lo concerniente al automovilismo, una disciplina que cuenta con muchos fanáticos en Coronel Pineda.
Luego de una década cubriendo el automovilismo y -en épocas de vacaciones de otros periodistas- también encargarse de la cobertura de la actividad político institucional de la ciudad, las circunstancias determinarían su nuevo destino periodístico: a la abrupta muerte de Evaristo Vilanoba, la directora del diario lo pondría a cargo de la información policial y judicial. Un desafío que el joven tomó con especial entusiasmo por dos motivos: su afición por el cine noir francés y su indisimulada aversión personal y periodística por Evaristo Vilanoba.
El caso de la desaparición de Sofía Heredia, ocurrida el 23 de junio de 2006, fue una bisagra en la historia periodística y personal de Evaristo Vilanoba. Los acontecimientos se sucederían de tal manera que también la carrera periodística de Samuel Marchesini se vería afectada por esa misteriosa desaparición. "El Caso Heredia" fue un hecho resonante en la historia de Coronel Pineda. Y es, además, el título del libro que Evaristo Vilanoba dejó a manera de testamento periodístico. Ese libro sufrió la denostación, la reprobación y por último el olvido de la comunidad pinedense. Por esas cosas del destino, el encargado de rescatar aquella investigación del ostra...
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