Es el Sur de su infancia, el Sur rural y empobrecido en el que a casi todas las personas les falta algo: un dedo, un pie, una oreja, un ojo, un ser querido... Un mundo que nada tiene que ver con el que sale retratado en las páginas del catálogo de Sears, donde todos sonríen enteros y sin cicatrices. Crews siempre sospechó que bajo aquellas ropas tan elegantes tenía que haber marcas y moratones. En el fondo, da igual lo mucho que uno se aleje o se proteja, siempre hay un martillo o un anzuelo aguardándote a la vuelta de la esquina. Pete lo sabe. Huye de un pasado lacerante, trabaja a destajo en una fábrica y evita cualquier tipo de contacto humano. No quiere que nadie le salpique con sus problemas. Suficiente tiene ya con los suyos. Y todo le va más o menos bien hasta que Sarah, la extraña muchacha de la casa de al lado, se cruza en su camino. Entonces, de golpe y porrazo, se verá involucrado en una extravagante historia de amor en la que hasta el más pintado, hasta los yaks devastados del zoo de Jacksonville, carga con sus propias, secretas, cicatrices. A Crews no le resulta placentero hablar de nuestras simulaciones. Sabe que en realidad somos carnívoros y nos comportamos como asesinos. Que abusamos de los demás en cuanto podemos. Pero también sabe que en todo eso hay belleza, humor, felicidad y éxtasis. Porque al final uno cicatriza y, como muy bien dice la mujer Obeah, hay algo bonito en una cicatriz. Significa que ya no te duele, que la herida se ha cerrado y ha sanado para siempre. «Su literatura se aferra al terruño natal, delimitando una geografía personal que remite de manera perversa al naturalismo de Flanney O¿Connor y Carson McCullers. Pero también al retrato, entre poético e intimista, de William Faulkner y Truman Capote; y, sobre todo, al delirante humorismo de John Kennedy Toole.» David Bizarro, Tentaciones «Autor de 16 novelas, Crews fue un outsider que dio vida a la América profunda y ahondó como nadie en su verdadero ser, dejando un imaginario grotesco, lleno de autenticidad y fuerza poética. Era una poesía freak, de lo monstruoso y lo marginal. José Luis de Juan, Babelia, El País «No lo encontrarán en las grandes enciclopedias de la literatura y, si estuviésemos hablando de hace un par de años, ni siquiera lo encontrarían en las librerías españolas. Triste pero cierto: entre la ingente cantidad de novedades que cada semana saturan el mercado editorial, Harry Crews (1935-2012) ha tenido que esperar toda una vida para ver cómo sus obras empezaban a traducirse al castellano.» David Morán, ABC
Dieser Download kann aus rechtlichen Gründen nur mit Rechnungsadresse in A, B, BG, CY, CZ, D, DK, EW, E, FIN, F, GR, H, IRL, I, LT, L, LR, M, NL, PL, P, R, S, SLO, SK ausgeliefert werden.