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Este libro defiende una filosofía sobre el sexo que, en su momento, se tachó de irresponsable y obscena pero que hoy se nos aparece llena de sensibilidad y progresista. Richard Carlile propone que el sexo es un derecho de los adultos más que un privilegio del matrimonio, que la satisfacción sexual es necesaria para la salud y la felicidad de las personas, que la relación sexual es una virtud y por lo tanto una fuente de moralidad, y que tanto los hombres como las mujeres tiene las mismas necesidades sexuales y por tanto son iguales por naturaleza. La obra de Carlile, un clásico del radicalismo…mehr

Produktbeschreibung
Este libro defiende una filosofía sobre el sexo que, en su momento, se tachó de irresponsable y obscena pero que hoy se nos aparece llena de sensibilidad y progresista. Richard Carlile propone que el sexo es un derecho de los adultos más que un privilegio del matrimonio, que la satisfacción sexual es necesaria para la salud y la felicidad de las personas, que la relación sexual es una virtud y por lo tanto una fuente de moralidad, y que tanto los hombres como las mujeres tiene las mismas necesidades sexuales y por tanto son iguales por naturaleza. La obra de Carlile, un clásico del radicalismo sexual, fue el primer manual sobre sexo desde una óptica progresista, y el primer libro inglés en especificar métodos anticonceptivos, todo ello escrito en 1826. Un apasionado alegato contra el miedo al cuerpo, un desafío radical al ascetismo religioso y una celebración del derecho al placer para las mujeres y los hombres.
Autorenporträt
Richard Carlile (1790-1843), nacido en una familia de clase trabajadora de Ashburton, cerca de Plymouth, empieza a tomar conciencia política a partir de 1816 con las lecturas de Thomas Paine, y se materializaría en un activismo sin concesiones tras la matanza de manifestantes obreros de Peterloo en 1819. Ese mismo año funda el semanario radical The Republican, fiel reflejo de su espíritu antimonárquico, ateo y liberal. Condenado por blasfemia al publicar la obra de Paine, La edad de la razón, pasó tres años en la prisión de Dorchester, que sería la primera de varias temporadas en la cárcel por su defensa de la libertad de expresión. Sus últimos años los vivió en la extrema pobreza, antes de morir en Londres. Por expreso deseo, su cuerpo fue donado para la investigación médica. El entierro de Carlile fue multitudinario, en reconocimiento de su lucha por la libertad de expresión y prensa.