La crítica considera El asedio de Beszterce como el Quijote húngaro. La novela fue escrita viviendo aún la persona que encarna al desequilibrado y delirante conde Pongrácz, "el último señor del castillo", y adopta un tono de acusación divertida contra el idealismo que impregnaba aún el estilo de vida de la nobleza húngara. En su castillo de Nedec, el conde vive según las costumbres medievales. A cambio del uso de sus tierras reclutaba campesinos para organizar simulacros de batallas y efectivamente en una ocasión condujo a sus tropas contra la ciudad de Beszterce. La novela recrea el conflicto, sus causas y describe la vida de los estrambóticos personajes que compiten en extravagancia dentro de la historia. Un lenguaje exquisito, rico y preciso es otro aliciente más para esta novela de aventuras.