Aprendieron a través de mucho sufrimiento, que las personas que amamos no nos pertenecen, que son espíritus libres, que tienen el derecho de tomar sus propias decisiones. Lo mismo sucede con las cosas que necesitamos para vivir, tampoco son nuestras, solo las tomamos prestadas. Ambos debían guiar a María para que pudiera cumplir una misión que serviría para mejorar la humanidad. Rafael y Julián fueron piezas importantes en esta evolución y mejora.
Eligieron pasar por un proceso de autoconocimiento y sufrieron por ello, pero tenían espíritus amigos a su lado, siempre dispuestos a ayudarlos en todo momento. Con el tiempo, aprendieron que el dinero sin amor no tiene valor y que tenían el Destino en sus manos.
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