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Según Juan Durán Luzio, en "El domador de pulgas" se utiliza la máscara de la fábula tradicional para reflejar en esas pulgas los más despreciables hábitos sociales de los humanos: envidia, arribismo, ansias de poder, deslealtad. Tal recurso de mostrar a los hombres como pulgas, o viceversa, da cabida al tono satírico y burlesco que predomina en el discurso de la novela. Deja el narrador ver por medio de esa generalización su indudable voluntad de hacer de su relato uno de significado universal.

Produktbeschreibung
Según Juan Durán Luzio, en "El domador de pulgas" se utiliza la máscara de la fábula tradicional para reflejar en esas pulgas los más despreciables hábitos sociales de los humanos: envidia, arribismo, ansias de poder, deslealtad. Tal recurso de mostrar a los hombres como pulgas, o viceversa, da cabida al tono satírico y burlesco que predomina en el discurso de la novela. Deja el narrador ver por medio de esa generalización su indudable voluntad de hacer de su relato uno de significado universal.
Autorenporträt
Max Jiménez Huete (1900-1947), fue un un escritor, novelista, poeta, periodista, escultor y pintor costarricense. Estudia en el Colegio Seminario hasta 1917. En 1919 viaja a Inglaterra en donde estudia por dos años una carrera relacionada con los negocios. Pero, luego, la inquietud artística lo hace abandonar sus estudios de comercio, para interesarse por los problemas artísticos, principalmente las técnicas del dibujo. En 1922 se muda a París y comienza estudios formales, pero también de manera autodidacta, de dibujo y pintura. Allí se relaciona con artistas e intelectuales de la talla de Alfonso Reyes, Luis Cardoza y Aragón, Miguel Ángel Asturias, César Vallejo y León Pacheco. En su casa-estudio, en la Rue Vercigentorix, vive algún tiempo el poeta peruano César Vallejo. Conoce a Colette Weil, a Tamara de Lempicka y a Francine Ranson quienes le impulsan a exponer en el Salón de los Independientes. En 1924 expone, en la Galería Percier, una serie de doce esculturas y algunos dibujos, con la cual se da a conocer formalmente como artista auspiciado por el célebre Maurice Denis. Aparece pronto una crítica elogiosa de Gustave Kahn, reproducida en Repertorio Americano. Se presenta por primer vez como autor literario en 1926, con una obra que prologó Joaquín García Monge, titulada Ensayos. Recogía en ella el autor una serie de impresiones o cuadros de carácter descriptivo, emocional, a veces irónico, cuyo estilo indócil, vino a ser como el preludio del que habría de prevalecer más adelante en El domador de pulgas y en Los fantoches, el primero de los cuales mereció un elogio de Gabriela Mistral. En 1937 publicó El jaul en Santiago de Chile, libro de gran fuerza telúrica. Con respecto a su obra plástica, se interesó por las técnicas de grabado en madera, dibujo, xilografía, óleo, y viaja a Estados Unidos a estudiarlas en la Liga de Estudiantes de Arte de Nueva York. Posteriormente, comenzó a perfeccionar su técnica del óleo y a innovar con materiales fabricados por él mismo. En 1939 viajó a París y expuso diez óleos con gran éxito de crítica. En 1943 viajó a La Habana, donde se relacionó con diversos artistas y siguió pintando sus temas tropicales y temas de negros cubanos. Expuso 14 óleos con buen suceso en cuanto a la crítica; sin embargo, en una exposición posterior en Costa Rica tiene una pobre acogida entre la crítica nacional. Max Jiménez, no dejó de golpear en el yunque, como Heracles, y así pulsaba la lira, y manejaba los pinceles, y hendía con la espátula la docilidad armoniosa de la arcilla, al paso de las cortas horas que vivió.