El informe del año pasado mostró que la incapacidad para reducir el hambre en el mundo está estrechamente relacionada con el aumento de los conflictos y la violencia en diversas partes del planeta. Los datos preliminares indicaban que en algunos países los fenómenos relacionados con el clima estaban minando también la seguridad alimentaria y la nutrición. El informe de este año va más allá, ya que muestra cómo la variabilidad y las condiciones extremas del clima incluso en ausencia de conflicto se encuentran entre los factores clave del reciente incremento del hambre en el mundo y son una de las causas principales de las crisis alimentarias graves. La variabilidad del clima y la exposición a condiciones climáticas extremas más complejas, frecuentes e intensas amenazan con socavar y revertir los avances realizados hacia la erradicación del hambre y la malnutrición. Por otra parte, la situación del hambre es significativamente peor en los países cuyos sistemas agrícolas son extremadamente sensibles a la variabilidad de las precipitaciones, la temperatura y a la sequía grave, y donde los medios de vida de una elevada proporción de la población dependen de la agricultura.
Las conclusiones del presente informe ponen de manifiesto nuevos desafíos para poner fin al hambre, la inseguridad alimentaria y todas las formas de malnutrición. Existe una necesidad urgente de acelerar y ampliar la escala de las acciones que refuerce la resiliencia y la capacidad de adaptación de las personas y sus medios de vida a la variabilidad y las condiciones extremas del clima. Estas y otras conclusiones vienen detalladas en la edición de 2018 de El estado de la seguridad alimentaria y la nutrición en el mundo.
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