El libro analiza qué hay que hacer para lograr que el feedback sea más eficaz. Ahonda en el problema del feedback y sugiere que falta claridad y se carece de un significado compartido sobre en qué consiste hacerlo bien; afirmando que se requieren nuevas maneras de pensar en el feedback. Brinda una descripción multidisciplinar e internacional sobre el papel del feedback en educación superior y profesional. El libro cuestiona tres supuestos comunes en torno al feedback en el aprendizaje. Insiste en que el feedback constituye un flujo unidireccional de información que va desde una persona confiable a una persona menos confiable; que la función del feedback se completa cuando se produce una información vinculada con el rendimiento; y que se puede aplicar un modelo genérico de "mejores prácticas" de feedback a todos los sujetos y en todas las situaciones de aprendizaje. En su búsqueda de un nuevo planteamiento del feedback, el libro insiste en que es necesario que los aprendices estén implicados muy activamente en solicitar, generar y usar el feedback. En vez de ser algo a lo que estén sometidos, debe ser una actividad que ellos mismos dirijan.