Leo Castelli fue hasta los cincuenta anos lo que en Estados Unidos se considera un europeo tipico: diletante, mas aficionado a la vida social que al trabajo, mujeriego y vividor. Pero entonces abrio su local en Nueva York, y se convirtio en El Galerista: el hombre que dio entidad y cuerpo al pop-art, que descubrio a Jasper Johns, a Lichtenstein, a Rauschenberg o a Warhol. El anfitrion de las fiestas clave, el marchante de los artistas que contaban... un europeo que reino durante varias decadas en Nueva York, y que desde alli reconquisto Europa con toda una red de galerias satelite. Annie Cohen-Solal lleg a Nueva York a finales de la dcada de 1980, a tiempo de caer fascinada por el hechizo de este hombre enigmtico, con el que sostuvo largas charlas, complementadas con los testimonios de sus familiares, esposas y ex, hijos, artistas, colaboradores, amigos y adversarios. De todo ello emerge un retrato fascinante, el relato de unos aos mgicos en la Gran Manzana y una obra imprescindible para los lectores interesados en el arte contemporneo y en el mercado que lo rodea.
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