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Cualquier crisis individual o colectiva es una oportunidad para mejorar. Lograrlo depende de conocimientos, actitudes y valores que constituyen esa capacidad humana que permite salir fortalecido después de momentos difíciles. Y la pandemia que estamos viviendo es una de esas crisis que demanda el uso de dicha capacidad. Lamentablemente pocas personas han comprendido que estamos frente a la posibilidad de crear escenarios que nos permitan ser más humanos. Los gobernantes, los empresarios, los ministros de educación y otros supuestos líderes envían mensajes o toman acciones para recuperar la…mehr

Produktbeschreibung
Cualquier crisis individual o colectiva es una oportunidad para mejorar. Lograrlo depende de conocimientos, actitudes y valores que constituyen esa capacidad humana que permite salir fortalecido después de momentos difíciles. Y la pandemia que estamos viviendo es una de esas crisis que demanda el uso de dicha capacidad. Lamentablemente pocas personas han comprendido que estamos frente a la posibilidad de crear escenarios que nos permitan ser más humanos. Los gobernantes, los empresarios, los ministros de educación y otros supuestos líderes envían mensajes o toman acciones para recuperar la economía, nivelar a los estudiantes en lo académico, atender la vacunación, cerrar la brecha digital… pero, ¿es eso lo único importante? Estamos olvidando responder a preguntas como: ¿Cuál es el estado emocional de las personas como consecuencia de la pandemia? ¿Cómo lograremos una adecuada recuperación emocional? ¿Qué se hará con aquellos niños cuyos años eran cruciales para dar sus primeros pasos en la convivencia con otros? ¿Cómo haremos para enfrentar la incertidumbre? ¿Cuáles son los aprendizajes que debiéramos generar para ser más humanos?Respuestas a lo anterior se encontrarán en la obra presente. Carlos Aldana, de una manera respetuosa y humana, nos invita a reflexionar en relación con lo que estamos experimentando en esta pandemia y lo que se podría venir. Recurriendo a ejemplos y vivencias personales, insuma para crear o fortalecer esa conciencia individual y colectiva que permita entender la importancia de preparar una realidad diferente y con más enfoque humano. Su exposición provoca la búsqueda del equilibrio entre la certidumbre y la incertidumbre, la individualidad y la colectividad, el academicismo y el desarrollo socioafectivo, el silencio y el diálogo. La comprensión de lo anterior posibilita la preparación de un paisaje humano más prometedor.
Autorenporträt
Carlos Aldana Mendoza es Doctor en Educación (Universidad de La Salle, Costa Rica), Máster en Pedagogía (UNAM, México) y licenciado en Pedagogía (USAC, Guatemala). Ha ejercido la docencia en todos los niveles educativos desde 1979. Miembro de las Oficinas de Derechos Humanos y Pastoral Social del Arzobispado de Guatemala. Responsable de la UNESCO. Fue parte el Programa Nacional de Resarcimientos de Guatemala. Viceministro técnico de Educación en el 2008. Director General de Docencia de la USAC entre 2010 y 2012. Profesor titular de la Facultad de Humanidades de la USAC desde 1985 y Profesor en la Licenciatura de Enseñanza de la Historia, de la Escuela de Historia desde 2015. Ha seguido combinado sus dos identidades más queridas: el activismo o esfuerzo social con la docencia. Es profesor titular de la Facultad de Humanidades desde 1986 y de la Escuela de Historia desde el 2015, ambas en la Universidad de San Carlos de Guatemala. En 2016 inició el esfuerzo de crear y sostener el Instituto de Pedagogía Alternativa de Guatemala, IPEA. Su vida ha sido marcada por un activismo que lo ha llevado a comunidades rurales, así como al enfrentamiento a gobiernos y poderes desde las acciones de derechos humanos. Una constante en estos esfuerzos ha sido su cercanía y compromiso con víctimas del conflicto armado interno, principalmente con personas y organizaciones de los pueblos indígenas, con quienes siente una íntima, profunda y auténtica vinculación. Su principal reivindicación se encuentra en las conexiones que ha encontrado, y por las cuales ha hablado y escrito, entre el mundo académico y el mundo social, en función de la transformación de las condiciones estructurales que han causado la exclusión, el empobrecimiento y el sufrimiento de las mayorías latinoamericanas. No concibe una academia reducida al mundo del aprendizaje formal y estructurado, sin caminar los senderos polvorientos y difíciles por donde caminan los pueblos. Ni tampoco concibe un activismo social que no profundice sus conocimientos, ni se acerque a aquellos que estudian en las universidades. Desde estas experiencias de vida, es que fue encontrando en el estudio de las neurociencias un puente para potenciar un elemento que considera debilitado y que es necesario fortalecer: el desarrollo de la salud y la fuerza emocional, espiritual y social que permita, tanto al mundo académico como al mundo social, fortalecerse desde adentro. Esto significa que en la medida que las personas descubran sus potencialidades internas, que aprendan a sentirse con el derecho al goce y a la felicidad, en esa medida podrán aprender mejor y también podrán luchar de mejor manera por un mundo más justo e igualitario. Así, el entusiasmo, la felicidad, la pasión, la salud emocional, la bondad y otros aspectos constituyen componentes fundamentales de su pedagogía y de su activismo social, pero también de su ser educador, en aulas y conferencias. Representan postulado de dos de sus libros más queridos, Ternura y Postura. La educación para la paz, así como Educar es educar con entusiasmo.