«Las chicas buenas van al cielo; las malas, a todas partes». Una de las frases más recordadas de Mae West resume a la perfección su vida: actriz, dramaturga, guionista, cantante y comediante, pero, sobre todo, el primer símbolo sexual del cine. Desde los felices años veinte hasta la década de los cuarenta, pasando por los años del crack y la ley seca, Mae West sacudió la moral puritana con su feminidad arrolladora y un descaro nunca antes visto. La presente recopilación recoge algunas de sus frases más inolvidables, aquellas en las que su sentido de la ironía, su chispa, su inteligencia y su procacidad aún nos cautivan (y nos arrancan una sonrisa de admiración) en la actualidad.
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