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"El Jaúl es la historia de un pueblo, cobijado por un árbol enhiesto y firme, en el cual se puede percibir un retablo de vicios y virtudes que dan forma a la expresividad del campesino, los problemas sociales y las verdades personales de cada uno de sus personajes; descrito todo con un lenguaje realista y en diálogos que reflejan el habla popular, que trasluce también los sentimientos más hondos de los habitantes de ese infierno diminuto. Obra de gran sentido naturalista, con toques de fantasía y violentos desenlaces. Desenfadada, clara, detallista algunas veces, es una obra maestra, en su…mehr

Produktbeschreibung
"El Jaúl es la historia de un pueblo, cobijado por un árbol enhiesto y firme, en el cual se puede percibir un retablo de vicios y virtudes que dan forma a la expresividad del campesino, los problemas sociales y las verdades personales de cada uno de sus personajes; descrito todo con un lenguaje realista y en diálogos que reflejan el habla popular, que trasluce también los sentimientos más hondos de los habitantes de ese infierno diminuto. Obra de gran sentido naturalista, con toques de fantasía y violentos desenlaces. Desenfadada, clara, detallista algunas veces, es una obra maestra, en su brevedad, de la decadencia y el esplendor de la cultura vegetal y agraria". Alfonso Chase
Autorenporträt
Max Jiménez Huete (San José, Costa Rica, 16 de abril de 1900 - Buenos Aires Argentina, 3 de mayo de 1947), fue un escritor, novelista, poeta, periodista, escultor y pintor costarricense. Estudia en el Colegio Seminario hasta 1917. En 1919 viaja a Inglaterra en donde estudia por dos años una carrera relacionada con los negocios. Pero, luego, la inquietud artística lo hace abandonar sus estudios de comercio, para interesarse por los problemas artísticos, principalmente las técnicas del dibujo. En 1922 se muda a París y comienza estudios formales, pero también de manera autodidacta, de dibujo y pintura. Allí se relaciona con artistas e intelectuales de la talla de Alfonso Reyes, Luis Cardoza y Aragón, Miguel Ángel Asturias, César Vallejo y León Pacheco. En su casa-estudio, en la Rue Vercigentorix, vive algún tiempo el poeta peruano César Vallejo. Conoce a Colette Weil, a Tamara de Lempicka y a Francine Ranson quienes le impulsan a exponer en el Salón de los Independientes. En 1924 expone, en la Galería Percier, una serie de doce esculturas y algunos dibujos, con la cual se da a conocer formalmente como artista auspiciado por el célebre Maurice Denis. Aparece pronto una crítica elogiosa de Gustave Kahn, reproducida en Repertorio Americano. Se presenta por primer vez como autor literario en 1926, con una obra que prologó Joaquín García Monge, titulada Ensayos. Recogía en ella el autor una serie de impresiones o cuadros de carácter descriptivo, emocional, a veces irónico, cuyo estilo indócil, vino a ser como el preludio del que habría de prevalecer más adelante en El domador de pulgas y en Los fantoches, el primero de los cuales mereció un elogio de Gabriela Mistral. En 1937 publicó El jaul en Santiago de Chile, libro de gran fuerza telúrica. Con respecto a su obra plástica, se interesó por las técnicas de grabado en madera, dibujo, xilografía, óleo, y viaja a Estados Unidos a estudiarlas en la Liga de Estudiantes de Arte de Nueva York. Posteriormente, comenzó a perfeccionar su técnica del óleo y a innovar con materiales fabricados por él mismo. En 1939 viajó a París y expuso diez óleos con gran éxito de crítica. En 1943 viajó a La Habana, donde se relacionó con diversos artistas y siguió pintando sus temas tropicales y temas de negros cubanos. Expuso 14 óleos con buen suceso en cuanto a la crítica; sin embargo, en una exposición posterior en Costa Rica tiene una pobre acogida entre la crítica nacional. Max Jiménez, no dejó de golpear en el yunque, como Heracles, y así pulsaba la lira, y manejaba los pinceles, y hendía con la espátula la docilidad armoniosa de la arcilla, al paso de las cortas horas que vivió.