"El hecho de no saber dónde la tocaría a continuación hacía que la situación fuera aún más excitante, y se rindió por completo a él. Estaba a su merced. Sentía que todo su cuerpo se había convertido en una gran zona erógena en la que él sabía perfectamente qué botones tenía que presionar".Llevaba mucho tiempo fantaseando con acostarse con un hombre mayor que ella, alguien que supiera darle placer. Finalmente, tiene una cita con un atractivo masajista de cuarenta y nueve años que está a punto de demostrarle que un masaje puede llegar a ser el acto más erótico que existe.-