Era la prisionera de su clan... Para recuperar el control de su clan, Robert Matheson deba tomar a Lilidh MacLerie como rehn y utilizarla como moneda de cambio. Pero Lilidh no era una prisionera cualquiera. Era la mujer a la que en otra poca haba amado y rechazado. Las caricias de Rob quedaran marcadas para siempre en el recuerdo de Lilidh y, sin saber que l se haba visto obligado a repudiar su amor, ella nunca haba olvidado al hombre que le haba roto el corazn. Sin embargo, ahora, al mirar a los ojos a su captor, ya no reconoca al imponente lder. Haba algo en l que la excitaba y la aterrorizaba a partes iguales
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