"El profesor" es una novela póstuma de Charlotte Brontë, aunque la escribió antes de "Jane Eyre", "Shirley" o "Villette". Publicado en 1857, los editores habían rechazado el manuscrito, que, por su brevedad, su realismo y el carácter de sus personajes, contradecía los patrones de la novela victoriana.
El protagonista, William Crimsworth, es un hombre que, renegado de todos sus familiares, no tiene más remedio que ir a Bélgica y ejercer de profesor en un internado. Narrado en primera persona, podemos ver los pensamientos casi sin censurar de este peculiar hombre que no solo tiene una visión de la vida muy clara, sino también de la educación que tiene él y que busca en los demás. Así, conocerá de primera mano que detrás del impecable aspecto de sus alumnas, se esconden los sentimientos más egoístas y, por otro lado, como esas damas contrastan con la pureza y elegancia de la protagonista.
La ética del trabajo articula el ideario de la novela, pero en ella destaca asimismo el solitario y doloroso empeño por conservar la fidelidad a los propios principios en un mundo opresivo y prejuicioso, regido por el disimulo, la vigilancia y la afectación. Las relaciones de poder, el lenguaje erótico de la autoridad y la sumisión, la intimidad siempre acosada por los demonios de la naturaleza humana y el habitual marasmo espiritual de los héroes de Charlotte Brönte hallan en el joven William Crimsworth cumplida representación, y son objeto de un examen tan riguroso como febril.
El protagonista, William Crimsworth, es un hombre que, renegado de todos sus familiares, no tiene más remedio que ir a Bélgica y ejercer de profesor en un internado. Narrado en primera persona, podemos ver los pensamientos casi sin censurar de este peculiar hombre que no solo tiene una visión de la vida muy clara, sino también de la educación que tiene él y que busca en los demás. Así, conocerá de primera mano que detrás del impecable aspecto de sus alumnas, se esconden los sentimientos más egoístas y, por otro lado, como esas damas contrastan con la pureza y elegancia de la protagonista.
La ética del trabajo articula el ideario de la novela, pero en ella destaca asimismo el solitario y doloroso empeño por conservar la fidelidad a los propios principios en un mundo opresivo y prejuicioso, regido por el disimulo, la vigilancia y la afectación. Las relaciones de poder, el lenguaje erótico de la autoridad y la sumisión, la intimidad siempre acosada por los demonios de la naturaleza humana y el habitual marasmo espiritual de los héroes de Charlotte Brönte hallan en el joven William Crimsworth cumplida representación, y son objeto de un examen tan riguroso como febril.