La oscilación del péndulo del «Reloj Cósmico» la determinamos nosotros mismos con nuestro modo de sentir, percibir, pensar, hablar y obrar en esta vida y en las encarnaciones pasadas –y con ello toda la vida de este mundo. Ninguna manifestación de vida humana queda sin repercusión. También a través de nuestra piel damos informaciones a nuestro entorno: ya con dar la mano, a través de los alimentos, a través del aire…